US Open 2019, Berrettini-Nadal: Elogio a la paciencia (6-7 (6), 4-6 y 1-6)

Matteo Berrettini. Romano, de 23 años, con una capacidad de resistencia sin igual y la afición del mundo del tenis sorprendida por su buen rendimiento durante el año. Su carta de presentación en la élite absoluta de la ATP no ha podido ser mejor, y la muesca de haber aguantado nueve bolas de break en contra merece ser tenida en cuenta como uno de los momentos más destacados de todo el torneo. Si consigue mantener la consistencia mostrada en los últimos meses durante 2020, tenemos un digno integrante del top 10 para mucho tiempo.

Rafa Nadal. Fue espoleado por Marin Cilic, exigido por Diego Schwartzman y cuestionado seriamente por Matteo Berrettini, que buscó los límites de su paciencia y comprobó que son casi infinitos, fruto de muchos años de experiencia y de gestión de partidos complejos. De nuevo supo cómo apretar los dientes, y aunque no mostró el espectáculo tan valorado en Nueva York, siguió haciendo historia con una nueva final. El 19.º está a la vuelta de la esquina.

No hubo rastro de los calambres, tampoco de la electricidad generada en la pista con sus puntos de maestro ante Marin Cilic hasta la recta final del partido. Era el día de ponerse el mono de trabajo y Nadal no titubeó. Frente a él se encontraba la revelación Berrettini, el italiano que busca convertirse en el relevo del tenis transalpino, buscando una mayor consistencia que la que ha podido tener Fabio Fognini en los últimos años, siendo éste uno de los mayores talentos de la ATP actual.

Berrettini buscó seguir la doctrina Schwartzman. de Rafa Nadal. Comenzó un partido de pocos errores, con dos tenistas firmes hasta lo excesivo con sus saques y sin ganas de buscar un final rápido. Nadal probó y probó, buscó las cosquillas de Berrettini con su revés y siempre pinchaba en hueso, levantando el italiano bolas de break mientras avanzaba el cronómetro y el set sin novedades. Más de 70 minutos estuvieron los dos comparando su fiabilidad hasta que llegó el tie break y Nadal se vio en una situación límite. Con 6-4 en contra en la muerte súbita surgió el genio, encadenó buenos golpes y se llevó el desempate, golpe directo a la mandíbula de la moral de Berrettini.

Lejos de venirse abajo, Berrettini se aferró a su hoja de ruta, buscando asegurar su saque a toda costa y a esperar algún error (que no llegó) de Nadal. Tuvieron que pasar nueve bolas de rotura salvadas hasta que encontró la fisura en el muro de cemento que había levantado Berrettini frente a él. A la décima llegó la vencida y tras dos horas de batalla consiguió horadar la resistencia romana, algo que no le sucedía desde que se cruzó hace dos años con Leonardo Mayer, otro hueso que hubo que roer más de lo esperado a la espera de la rotura de servicio decisiva.

Un break fue suficiente para asegurar el segundo set, esta vez con mucho menos tiempo invertido. Al igual que Schwartzman, la frustración empezó a apoderarse de Berrettini, incapaz de encontrar un lugar por el que hacer daño al balear. La hartura empezó a hacerse patente cuando Nadal lo obligaba a ir de lado a lado de la pista en busca de un punto imposible y terminaba contra las vallas publicitarias. No había manera, no era su día, probablemente tampoco el lado del cuadro adecuado para dar la sorpresa. Nadal sumó un nuevo break al empezar el tercer set y fue el inicio del final, el llano para cerrar la etapa previa a la final en la que se decidirá el US Open 2019. Entonces sí llegaron esos puntos que conectan con la Arthur Ashe y hacen que Nadal sea el consentido de la afición neoyorquina.

Dio la cara Berrettini a sus 23 años, tiene futuro y debe tomarse esta derrota como lo hizo Medvedev ; no como una humillación, sino como una enseñanza de dónde está el listón de lo que se necesita para ser el mejor tenista del mundo. Nadal le dio una lección privilegiada al tiempo que selló su pase para una nueva final con la que espera sumar su segundo major del año y acercarse a sólo uno de la leyenda máxima: Roger Federer.