Blog Murciego: Dejadnos soñar con Carlos Alcaraz

Han tenido que pasar unas horas para armarse de valor y darle a la tecla. Seguramente el resultado no sea tan bueno como el de Carlos Alcaraz en este US Open, por si acaso diré que es culpa suya, por insuflarnos esa adrenalina que todavía nos impide elegir el camino correcto. Porque aquí solo hay dos opciones: la de la cautela o la fantástica. No hay término medio con el murciano, que parece haber llegado de un planeta no muy lejano para demostrarnos que nada es imposible, ni siquiera algunos récords del pasado que parecían intocables. Algo muy tremendo tuvieron que hacer nuestros antepasados para que España haya vuelto a ser bendecida con un jugador referencial, uno de esos deportista sobre los que orbita todo lo demás, alguien con herramientas para “ser uno de los mejores de siempre”, según palabras de su entrenador. Imagino que ya sabrán cuál de los dos caminos me apetece recorrer.

Pero tranquilos, que voy con chaleco antibalas. La fantasía no empieza en nuestras cabezas, sino en su juego y sus golpes, por supuesto en sus números. Nunca llegué a entender por qué le llovieron críticas este verano tras perder un par de finales menores ante rivales de gran potencial como Musetti o Sinner, la cuestión es que Alcaraz siempre ha tenido detrás una pequeña horda de especialistas, expertos y sabios en múltiples materias. Lo que hoy se denomina vulgarmente como haters. Esta gente solo sabe pasar el tiempo disparando a ciegas contra cualquier idea que avance más rápido de lo normal. ¿Cómo que el Alcaraz ese es tan bueno? ¿Por qué celebra así los puntos? Veamos cómo podemos destruir la ilusión de toda esa gente y demostrar, al mínimo tropiezo, que en realidad no es para tanto’. Así es la ignorancia y el celo, siempre pasan sin llamar.

Por suerte, más allá del discurso elaborado o el vaticinio razonado, siempre estará la frialdad de la estadística, a la que acudimos cuando conviene. Son las cifras las que señalan a Carlos como el jugador más joven de la historia en alcanzar el Nº1 del mundo. Ese premio podría haber recaído en Ruud, quien nunca había ganado un torneo superior a un ATP 250. Pero no, la suerte se fue con el que cuenta ya con dos ATP 500, dos Masters 1000 y 51 victorias esta temporada, más que ningún otro rival. Alguno jugará la carta magna, asegurando que fue un US Open descafeinado por la ausencia de Federer, Djokovic o la derrota de Nadal en octavos, pero no hagan caso. ¿Acaso el Big3 se topó con rivales legendarios en sus primeras conquistas? Lo dicho, solo es humo para confundir la realidad.

En todo –y prácticamente lo único– en lo que hay que fijarse ahora mismo es en el chaval, comparando sus resultados de 2021 con los de 2022. Ahí veremos que ha mejorado en los cuatro Grand Slams, necesitando apenas ocho participaciones para levantar el primero de su carrera. Para dar contexto, Rafa necesito solamente seis, un abismo si los encuadramos con los 13 de Novak o los 17 de Roger. En nueva York, solamente Pete Sampras (1990) consiguió levantar el trofeo con menos edad que el tenista de El Palmar. Y si miramos su porcentaje de triunfos o su versatilidad en todas las superficies, de nuevo nos daremos cuenta que muy pocos jugadores en la historia han logrado desarrollar una versión tan completa como la del español, aunque solo sea por cómo se mueve, cómo define y cómo resuelve las situaciones de presión. Por muchos momentos, la sensación es la de estar viendo a un veterano en un cuerpo de 19 años. Aunque todo tiene su truco, ya que la veteranía nace en las mentes de su equipo de trabajo, quienes le llevan guiando en la Academia Equelite desde hace cuatro temporadas.

A este paso, ya no es que los de su generación parezcan indefensos, ni que los nacidos a finales de los 90 se hayan quedado temblando, el gran salto de Alcaraz viene dado por ciertas estadísticas que le colocan en la misma mesa que algunas de las mayores leyendas de este deporte. Al menos, en la etapa previa a cumplir los 20 años. Esto puede generar tal grado de respeto que incluso asuste, pero ahí la virtud de cada uno para tomar las cosas como son, sin morderse la lengua, aceptando en voz alta que este chico es especial y que tiene armas para llegar más lejos que la mayoría. "Ya, pero no ganará 22 Grand Slams como Nadal", soltará el típico merluzo que solo saca la cabeza del agua para escupir. ¿Y qué problema habría en que eso no pasara? ¿Sería un fracaso quedarse en cinco, nueve o trece Grand Slams? Giremos la perspectiva, reduzcamos la exigencia y valoremos lo que está haciendo Carlitos. Al fin y al cabo, no deja de ser un niño recién soltado en el patio del recreo.

Sinceramente, lo que más me sorprende de todo, además de la rapidez con la que va quemando etapas y la serenidad mostrada en la ceremonia de trofeos –como si asimilase que aquella solo era la primera de muchas–, es cuando pienso en la gente que dudó de él. Lo primero, por dudar de un chico de 19 años, alguien que todavía merece cierta libertad para el error; y segundo, por cuestionar a un talento que no admite discusión, ya que se trata del diamante que más rápido ha pulido su brillo en términos de regularidad. Miren, para toda esa gente, si todavía no están seguros de subirse a este barco, no lo hagan, las plazas serán para otros. Lo que sí les pediré es que no se entrometan en el camino del murciano, no sean ventajista en el fallo y se excusen luego en el acierto. No quieran torpedear a este animal competitivo, porque ha nacido para esto y os volverá a poner contra el burladero. Dejad que nos ilusionemos con Alcaraz, respeten a los que sí tenemos claro cuál es el camino a seguir.