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Barty acaba con la maldición del Nº1

Fernando Murciego

Publicado 04/11/2019 a las 20:08 GMT+1

La australiana, campeona este fin de semana en las WTA Finals de Shenzen, se convierte en la única jugadora de la temporada capaz de ganar un título siendo número 1 del mundo. Curiosamente, tuvo que lograrlo en el último evento del calendario. Repasemos su historia.

Barty

Fuente de la imagen: Getty Images

Los números y la lógica apuntan a que, cada vez que nos enfrentamos a un torneo y un pronóstico, el jugador con mejor ranking debería partir como el favorito. No siempre de manera contundente, pero sí con más garantías que el resto. Pero eso solamente es la teoría, en el tenis todo orbita alrededor de la superficie en la que se juega, las condiciones del lugar, incluso el feeling que se traiga de semanas atrás. Aun teniendo en cuenta todos estos factores, ¿se imaginan una temporada completa sin ver levantar un trofeo a la número 1 del mundo? Esta idea no tan descabellada la suprimió Ashleigh Barty el pasado domingo en las WTA Finals de Shenzen, conquistando el título de maestra al mismo tiempo que cumplía las expectativas depositadas en su raqueta. Esta vez el pronóstico no falló, aunque tardó casi catorce meses en hacerse realidad.
Tres mujeres tocaron el Nº1 del mundo en 2019, aunque repartido en cinco períodos diferentes. En el mes de enero tuvimos a Simona Halep, quien no pudo pasar de los octavos de final ni en Sydney, ni en el Open de Australia, lo que llevó a perder el puesto. Su lugar lo ocupó rápidamente Naomi Osaka durante un periplo de cinco meses en los que nunca llegó a encontrarse cómoda. La japonesa tuvo que lidiar con esa nueva presión en ocho torneos, siendo las semifinales en Stuttgart su mejor resultado. A finales de junio, una imperial Ashleigh Barty cogería el testigo en el vestuario femenino, pero su falta de suerte en Wimbledon (R16) y Toronto (1R) le devolvió enseguida el primer puesto de la clasificación a Osaka. La nipona, ya más calmada, no lo hizo mal en Cincinnati (QF) y Nueva York (R16), pero una vez más su rendimiento la alejó de la azotea del ranking. Aquí fue donde la australiana Barty recuperó el escenario y demostró que sí estaba preparada para el reto: semifinales en Wuhan, final en Beijing y (¡por fin!) título en Shenzen.
En total, fueron 17 los torneos que tuvieron el privilegio de contar con la número 1 del mundo en su cuadro esta temporada, pero solamente uno (WTA Finals Shenzen) el que presenció su éxito. La felicidad de ver que no hay nadie por encima de ti se puede volver maldición cuando sientes cómo ese 1 te persigue allá donde vayas. Un buen ejemplo que confirma este pensamiento lo tuvimos en la templanza de Halep conquistando Wimbledon como Nº7 del mundo, o la tranquilidad de Osaka para capturar hasta tres trofeos (Melbourne, Osaka, Beijing) ocupando la cuarta posición del ranking. Buceando en los datos del calendario anterior, la última vez que la mejor del mundo demostró su superioridad sobre la pista fue en Montreal 2018, con Simona Halep a los mandos del circuito. Catorce meses después, la maldición de la Nº1 del mundo se desquitó de este caprichoso mal de ojo.
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Barty con el trofeo de campeona

Fuente de la imagen: Getty Images

En cuanto a ranking, Ashleigh Barty se ha instalado en lo más alto demostrando que el secreto está en rendir al mismo nivel sea cual sea tu clasificación. La jugadora de Ipswich, referente en todas las giras del curso, ganó Miami siendo Nº11, ganó Roland Garros siendo Nº8, ganó Birmingham siendo Nº2 y, por último, ganó Shenzen siendo Nº1. Esa constancia por encima de los números, las superficies o las sensaciones (muy de modo esto último), la hizo ser fuerte ante cualquier desafío, dotándola de una mentalidad férrea que ha alcanzado su cuota más alta de madurez a los 23 años. ¿Quieren un dato increíble? Barty es la primera jugadora de la historia que termina la temporada como Nº1 tras haber empezado el año fuera del top10. Concretamente, Nº15.
La sensación que tengo ahora mismo es muy extraña, casi bizarra, estoy siendo completamente honesta. Parece como si hubiera sido un año que en ningún momento se hubiera detenido, una temporada de increíbles subidas y bajadas, pero con muchas más subidas que bajadas. Una temporada a la que he podido ponerle el broche con una noche de lo más especial aquí en Shenzen. Ha sido realmente genial. Para superar una semana como ésta tienes que ganar a lo mejor de lo mejor del circuito. Me ha llevado a recordar algunos momento del último Premier Mandatory de Miami, lugar donde logré esto por primera vez en mi carrera, venciendo a varias jugadoras del top10 de manera consecutiva. Tuve que ser muy constante para conseguirlo. Desde esa quincena en Miami, siento que he crecido y me he desarrollado mucho como jugadora”.
Cuando alguien se explica tan bien, no hace falta que el periodista añada nada más. Por si acaso, los números siempre estarán ahí para adornar. Barty no solamente fue la única jugadora en ganar un título este año siendo Nº1 del mundo, también fue la única capaz de pisar una final en los últimos catorce meses (Beijing, Shenzen). Son los pros y los contras de convertirte en la reina del vestuario. Tu fama se expande, tus bolsillos se llenan, las cámaras te buscan, pero luego, a la hora de hacer tu trabajo dentro de la pista, la presión bloquea tu ejercicio, hasta el punto de llegar a ser un inconveniente tener ese 1 pegado a tu apellido. En 2020, esperemos que Ashleigh, o quien sea, nos haga cambiar de idea y entierre por fin esta dinámica. De no ser así, convertirse en la Nº2 o Nº3 del mundo empezará a ser un objetivo para muchas.
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Roland-Garros 2019, Barty-Vondrousova: El título regresa a Australia 46 años después (6-1 y 6-3)

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