Blog Julio García Mera: ¿Por qué es más interesante un smartphone que tu entrenadror?

Menos mal que el balón aún debe ir del pie de un jugador al pie del compañero. Menos mal que aún quedan reductos de la realidad analógica. Menos mal que el balón aún no se tuitea.

El mundo que conocimos los mayores va desapareciendo. En Inglaterra están retirando de los colegios los relojes de toda la vida, los que indican la hora, los minutos y los segundos con manecillas de diferente tamaño en una circunferencia numerada. ¿Por qué? Porque los alumnos no entienden lo que esos pequeños brazos significan. Mi vecino, Jesús, que es profesor de matemáticas en Primaria, muestra cada curso un abrelatas tradicional a sus alumnos. Casi ninguno sabe decir con certeza qué es ese artilugio y para qué diantres sirve. Si tecleas en Google “abrelatas”, encontrarás tutoriales para saber cómo abrir una lata con esta herramienta arcaica.

Así pues, ¿qué mundo es el que tenemos ahora?

Adam Alder resume en su libro ,“Irresistible”, dónde nos encontramos: “En 2004 Facebook era entretenido y ahora Facebook es adictivo”. La prueba está en la presentación del iPad. En 2010 fue presentado por Steve Jobs como algo extraordinario, una experiencia increíble: la mejor forma de escuchar música, ver fotografías, aprender con iTunes…mucho mejor que un smartphone y mucho mejor que un portátil. Sin embargo, Steve Jobs no dejaba que sus hijos usaran el iPad. ¿Curioso, verdad?

En cuanto se descuide, el entrenador ocupará la periferia en el vestuario. Y la tecnología se hará con el corazón del discurso, desplazando al entrenador.

¿Y qué hace que los smartphones y las redes sean más interesantes que el entrenador?

El entrenador es crítico con el jugador. La tecnología le regala “likes”. El entrenador le coloca en situaciones incómodas. La tecnología le facilita la vida. El entrenador le invita a la reflexión. La tecnología, al aplauso. El entrenador trabaja la concentración. La tecnología la debilita. El entrenador estimula con problemas al deportista para que busque soluciones. La tecnología quiere que piense lo menos posible. El entrenador envía mensajes limitados. La tecnología no tiene fin. Sus mensajes no acaban nunca. El entrenador intenta saber lo máximo de sus jugadores. La tecnología lo sabe todo; sabe incluso más que ellos mismos. El entrenador trabaja con su segundo, el preparador físico, el médico y el fisioterapeuta para hacer equipo. La tecnología tiene a cientos de profesionales al otro lado trabajando para desbaratar la fuerza de voluntad individual.

Adam Alder demuestra que “la mera presencia del teléfono móvil supone una distracción, incluso cuando no se usa de forma activa. Nos distrae porque nos recuerda el mundo que espera más allá de la conversación inmediata”. Es decir, que el entrenador debe alejar tanto artilugio tecnológico del vestuario si quiere construir vínculos sociales fuertes. Sí, ya sé que es imposible hacerlos desaparecer, pero para restablecer el equilibrio que se perdió hace no tanto, recuerda las palabras de Neil Postman: “La tecnología no es buena o mala, sino buena y mala al mismo tiempo”. Por tanto, hay que aprender a usarla correctamente para que ella no acabe contigo, querido entrenador.