La opinión de Luis Jiménez: Oier Lazkano, ¿el nuevo gran clasicómano del ciclismo español?

El ciclismo español, por la razón que sea, que esa es ya otro tema, pocas veces en su historia ha cultivado el género de los corredores de un día, los expertos en las Clásicas. Sí que contamos con nombres ilustres como el de Oscar Freire y los 3 Mundiales y las 3 Milán-San Remo; Miguel Poblet y sus 2 Milán-San Remo, 1 Milán-Turín o dos podios en Roubaix y Lombardía; Alejandro Valverde, el rey de Flecha Valona y Lieja; o nuestro Juan Antonio Flecha, único ganador español en Omloop, además de varios podios en Flandes y Roubaix. Excepciones brillantes en un mundo dominado por otro tipo de perfiles. Quizá por esta excepcionalidad, nos dejamos llevar a menudo por el entusiasmo cuando asoma una figura que compite contra los clásicos de las Clásicas. Hace poco, lo hacíamos con Carlos Rodríguez tras su sexto puesto en la Roubaix Junior de 2018. Entonces, hablábamos de una nueva generación de corredores españoles capaces de dar el salto a los adoquines, a los infiernos del norte quizá de una manera precipitada, llevada más por el deseo que por la realidad. Hasta la llegada de Oier Lazkano.

El estilo Lazkano

Algunos recordarán la etapa de La Vuelta por los llanos albaceteños con un trío en fuga formado por Pelayo Sánchez (Burgos), Xabier Mikel Azparren (Euskaltel) y Oier Lazkano, con el maillot del Caja Rural. Una galopada en la que, llegado el momento y por la propia inercia de su potencia, el ciclista vitoriano dejaba clavados a sus dos compañeros de escapada para concluir esta bendita locura a 10 kilómetros de meta tras 162 kilómetros de aventura. Nada nuevo para Lazkano que ya destacaba precisamente por eso, su enorme fuerza, en el mundo amateur en carreras como la Vuelta a Palencia o la Copa de España en Legazpi. Años después y ya militando en una estructura del World Tour como Movistar, nos puso en pie en A través de Flandes. Primero, fundiendo poco a poco, a fuego lento, al gigante noruego Kristoff en otra escapada de larga duración (166 km) entre pedruscos y muros para ser neutralizado a 6 kilómetros de meta. Cerca ya de Waregem, Lazkano capitaneaba la búsqueda y captura de Christophe Laporte, ganador final, dejando al vitoriano la victoria al sprint de los perseguidores. Un segundo puesto por delante de tipos como De Lie, Pedersen, Powless y compañía que sonaba a gloria, que sonaba a algo serio, prometedor.

De Flandes a Jaén

El Campeonato de España de ese año 2023 fue también una muestra más del ‘estilo Lazkano’, con un ataque seco, demoledor en el Alto del Mojón, para alcanzar la meta en solitario en el suelo empedrado del Monasterio de El Escorial tras una implacable persecución de Juan Ayuso. Una vez puede ser casualidad. Dos, una tendencia. Tres, una forma de correr. La Clásica de Jaén fue testigo privilegiado de cómo se las gasta el fornido ciclista vasco con una nueva fuga, un nuevo rodillo ante sus compañeros de escapada (Arrieta y Prodhomme fueron sus víctimas) y una nueva lucha contra el cronómetro para imponerse en solitario en la línea de llegada a Tratnik, sí, en asesino silencioso de Omloop; a Wellens o a Van Aert ¿Le suenan estos nombres?

Alguien que conoce bien, muy bien a Oier Lazkano es su exdirector en Caja Rural y en la actualidad también director deportivo de Movistar, Xabier Muriel: “para ganar en el World Tour solo con tener fuerza no es suficiente”. Este domingo se pudo ver algo más que fuerza innata en el desarrollo final de la Kuurne. La lectura inteligente de la carrera, colocarse en la buena rueda, intuir siempre por dónde te pueden atacar, saber cómo responder a los movimientos de talentos como Van Aert o Wellens, disimular tus debilidades son capítulos del libro de aprendizaje del ciclista que ya domina Oier Lazkano. Quedó tercero, pero nos hizo soñar, levantarnos de la silla y disfrutar de un tipo de carreras en las que, desde hace mucho tiempo, éramos simples espectadores. Por fin contamos con un protagonista.