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El odio al fútbol femenino

David Orenes

Actualizado 19/08/2021 a las 15:22 GMT+2

Los 'haters' del fútbol femenino siempre están preparados para lanzarse a la yugular, pero casi nunca sus argumentos se aplican a un contexto mucho más amplio y justo. La goleada encajada por el Athletic femenino ante un equipo cadete masculino ha vuelto a alimentar un debate sin sentido: las jugadoras no piden los mismos salarios, sino las mismas oportunidades.

Oihane Hernández (Athletic)

Fuente de la imagen: Getty Images

El fútbol femenino español está en su punto álgido. El Barça es capaz de ganar la Champions, la Selección aspira a grandes cosas, el Real Madrid se coloca entre los grandes en solo dos años y cada vez más estrellas deciden aterrizar en la Primera Iberdrola. Se llega un acuerdo para un convenio colectivo, se profesionaliza la Liga y las futbolistas ya pueden dedicarse a su trabajo, el fútbol, sin tener que pluriemplearse o sufrir para llegar a fin de mes. Los patrocinadores llegan, las audiencias acompañan. Y antes de que llegara esta pandemia y las gradas se vaciaran por el covid, los récords de asistencia se sucedían hasta llenar estadios como el Wanda Metropolitano.
Es curioso, porque justo cuando el futfem español goza de mayor salud es cuando recibe más palos. Existe una corriente en redes sociales, concretamente en Twitter (la red del odio por antonomasia) que aprovecha la más mínima oportunidad para desprestigiar al fútbol femenino, utilizando los argumentos más machistas posibles, sin lógica ni cordura alguna. Primero, comparándolo sin sentido con el fútbol masculino. Y segundo, insistiendo en un error histórico que se repite una y otra vez: la afirmación de que las futbolistas piden cobrar lo mismo que los futbolistas.
Pasó cuando a José María García se le ocurrió decir que el fútbol femenino “es una gran mentira” (luego tuvo que recoger cable), cuando Misa Rodríguez compartió una imagen junto a Asensio reflejando su madridismo (y fue obligada a borrar la publicación por la oleada de comentarios machistas) y pasa ahora con una derrota del primer equipo femenino del Athletic ante un equipo de categoría cadete masculino. Un resultado muy abultado (0-6) que no ha tenido eco en los canales oficiales del club bilbaíno pero sí en redes gracias a la información facilitada por la cuenta ‘Cantera de Lezama’. Un escueto mensaje informativo ha bastado para convertirlo en viral (3.500 RT y 5.600 mg).
Los hay que van directamente a hacer daño, como el que trató de importunar a Virginia Torrecilla y de paso presumir de machismo barato: “Si se juntan 11 colegas borrachos, se declaran mujer y crean un equipo, este año gana hasta la Champions femenina el F.C Bayern de los Caídos”, escribió cierto individuo. La mayoría, sin embargo, piensan que han encontrado la ocasión perfecta para demostrar, por enésima vez, que el fútbol masculino “está a años luz del femenino” y que por eso “tienen que cobrar mucho más”. Una cantinela muy común que se ejemplifica en mensajes como el siguiente: “Si las jugadoras de fútbol femenino tienen que cobrar igual que los profesionales masculinos, estos niños de 15 años que las arrasan también, ¿no?".
Nunca quedará claro del todo (porque de dónde no hay no se puede sacar), pero hay que recalcar que las jugadoras NUNCA han pedido cobrar lo mismo que los hombres. En el convenio colectivo, sin ir más lejos, se consiguió que el salario mínimo fuera de 16.000 euros anuales, algo que se consideró justo. Solo en el Barça las jugadoras ganan una media de 150.000 euros, gracias a un patrocinador como Stanley que permite contar con un presupuesto de seis millones de euros al año. El que diga que una jugadora pide cobrar como un jugador de LaLiga o de Segunda División está mintiendo descaradamente. Porque lo que se pide no es el mismo dinero, sino las mismas oportunidades.
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Jenni Hermoso celebra uno de sus goles en el Barcelona-Athletic

Fuente de la imagen: Getty Images

España no ha sido un país pionero en fútbol femenino. No existían los cimientos que sí se disfrutaban en Alemania, Suecia, Francia o Estados Unidos, donde la selección acumula éxito tras otro mientras la masculina sufre para disputar (o no) la fase final de un Mundial. Nuestro país ha vivido durante décadas en la retaguardia, y solo hace un lustro que ha conseguido situarse, poco a poco, en el escaparate. El esfuerzo de los clubes, la mejora de las instalaciones, el éxito de la cantera de la Selección, el trabajo de LaLiga y la llegada de patrocinadores como Iberdrola han colocado nuestro torneo doméstico en uno de los mejores de Europa, y nuestro combinado nacional en candidato a ganar la próxima Eurocopa.
Aún así, queda mucho trabajo por hacer. Más equipos femeninos en las canteras, mejores medios, mayor propaganda, mejor difusión audiovisual, mejores árbitras y mayor esfuerzo económico por parte de los clubes. Sí, el fútbol femenino todavía sufre un trato desigual respecto al masculino, y no, no hablamos de salarios. Un ejemplo claro al respecto es el Rayo Vallecano, campeonas de Liga en otro tiempo y ahora sin ser dadas de alta en la Seguridad Social a las puertas del inicio de temporada. Eso es lo que se quiere evitar y eso es por lo que luchan las jugadoras.
Que el Athletic haya perdido 0-6 ante un equipo cadete (jugadores de 14, 15 o 16 años), es por otro lado, hasta comprensible. El físico marca mucho la diferencia, y es a partir de esas edades cuando esa superioridad es más latente. No así en la técnica: cada vez vemos con más frecuencia a equipos femeninos levantando trofeos en categoría benjamín, alevín e infantil compitiendo con equipos masculinos. Por poner un ejemplo, jugadores como Bojan o Iago Falqué han declarado en más de una ocasión que quien mejor les marcaba en infantiles era una zaguera llamada Marta Torrejón. Les suena, ¿verdad?
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Marta Torrejón (Barcelona)

Fuente de la imagen: Getty Images

Otro debate sería la idoneidad de concertar estos partidos de preparación, pero no seré yo quien discuta a Iraia Iturregi. Si no les afecta moralmente, la exigencia física puede ser de ayuda en el futuro. Aunque seguirán alimentando a aquellos que suspiran con degradar al futfem, con vomitar un odio que les acaba retratando. Hace tiempo que las futbolistas responden en el campo y fuera de él.
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