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La fiesta del fútbol

Eurosport
PorEurosport

Publicado 24/12/2006 a las 07:30 GMT+1

Como cada cuatro años, 2006 fue un año mundialista. El mayor espectáculo deportivo del mundo convirtió a Alemania en el centro de atención de millones de espectadores. El balón mostró su condición de astro capaz de iluminar con su magia todos los rincones

Después de varias campañas marcadas por el aburrimiento, el tedio y el mal juego, la llegada del Campeonato del Mundo era recibida con cierto miedo. Hasta la fecha, las distintas ediciones de este importante evento se habían caracterizado por la pasión, la intensidad y las imágenes para el recuerdo que todas ellas habían dejado... La aparición de Pelé, la remontada imposible de Inglaterra, el 'amaño' de Argentina, el quiero y no puedo de un talento futbolístico como el de la 'Naranja Mecánica' de Cuyff y compañía, el golazo de Maradona, y un largo etcétera de momentos irrepetibles 'temblaban' ante la inminente celebración de un torneo que llegaba en una etapa en la que los distintos equipos se mostraban más preocupados en no perder que en ganar.
Sin embargo, desde que el esférico comenzó a rodar en tierras germanas quedó claro que estábamos ante una competición diferente... Está prohibido hacerlo mal en un Mundial y así quedó patente en un partido inaugural que no hizo sino invitar al optimismo. Alemania fue un rodillo en la primera fase, Italia, como siempre, fue de menos a más, Argentina presentó su candidatura a luchar por el título con una serie de exhibiciones que demostraron el enorme potencial de la escuadra albiceleste, Francia pareció 'enterrada' hasta que la prensa española se empeñó en resucitarla, Costa de Marfil se confirmó como la nueva dominadora del balompié africano (sólo le falta algo de experiencia internacional), Portugal volvió a quedarse a las puertas de todo y... qué decir de España. Aunque merecería un capítulo aparte, el resumen es el de siempre: una nueva decepción.
Sin grandes sorpresas, los favoritos accedieron a las fases finales. Llegó la hora de la verdad, el instante en el que fallar era algo prohibido. Y eso fue lo que sucedió. En octavos de final, los anfitriones presentaron su candidatura para convertirse en profetas en casa, Inglaterra no tuvo problemas ante Ecuador, Italia empezó a asustar a todos sus rivales ya que volvió a ser esa escuadra azzurra competitiva como ninguna, capaz de pasar ochenta y nueve minutos sin hacer nada pero con la extraña habilidad para decidir cualquier choque con un chispazo, con un detalle aislado o con su eterna alianza con la diosa fortuna.
Lo cierto es que no sería justo decir que los transalpinos basaron su éxito en el Mundial en la suerte. No suele ser lo habitual pero, en esta ocasión, los pupilos de Marcello Lippi supieron dar la cara en los instantes decisivos, mostraron un juego ofensivo y hasta fueron superiores al resto de rivales que se cruzaron en su camino. Es cierto que no fueron una 'máquina' de hacer fútbol pero estuvieron muy por encima de una mediocre Brasil, de la que se esperaba mucho pero que terminó decepcionando. Ronaldinho apenas ofreció detalles aislados de calidad, Kaká fue un quiero y no puedo... ¡¡Si el más destacado de la escuadra canarinha fue Zé Roberto!!
Otra desilusión
España, como de costumbre, cayó antes de lo esperado. Los hombres de Luis Aragonés tuvieron una progresión descendente. Se convirtieron en 'candidatos a todo' tras su impresionante partido contra Ucrania. Mantuvieron buenas expectativas tras el enfrentamiento ante Túnez pero comenzaron a decepcionar con la pobre imagen ofrecida ante Arabia Saudí. En el siguiente compromiso, en el que tuvieron que medir sus fuerzas con las de Francia, el combinado nacional volvió a sembrar de desilusión el campo abonado de las ilusiones de todos los aficionados del país. Ante el peor conjunto galo que se recuerda en los últimos años, que sufrió hasta el último partido para garantizar su presencia en octavos de final, el denominado 'Sabio de Hortaleza' decidió realizar una serie de cambios incomprensibles en el sistema, lo que se tradujo en una actuación pésima y en la impotencia de unos internacionales que no fueron capaces de administrar su ventaja en el marcador, cometieron errores imperdonables en profesionales de su nivel y no supieron controlar los nervios ante un rival que sacó a relucir su orgullo, su casta y una ambición que aún no conocemos por estos lares... Esa falta de coraje, de confianza, de decir 'aquí estoy yo' es lo que priva a España una y otra vez de luchar por alcanzar cotas más altas.
En cuartos, los 'bleus' certificaron su renacimiento y eliminaron a Brasil. Alemania sufrió para derrotar a la combativa Argentina en la tanda de penaltis, Italia no tuvo piedad de una Ucrania que se coló en esa ronda casi sin querer mientras que Portugal eliminó a Inglaterra en un partido 'caliente', marcado por la polémica expulsión de Rooney tras un roce con Cristiano Ronaldo, su compañero en las filas del Manchester United.
Las semifinales se recordarán por ser 'no aptas para cardíacos'. Francia dejó en el camino al cuadro luso de Figo, Deco y compañía. Nadie apostaba por ellos pero el once del 'gallo' fue superando obstáculos, creciendo a medida que se veía las caras con adversarios de más entidad y consiguió asegurar su presencia en el partido de lucha por el título gracias a un gol Zidane. El centrocampista, bien secundado por Thierry Henry y un sorprendente Franck Ribery, lució sus galones, tiró del equipo cuando le necesitaron y marcó desde el punto de penalti el tanto que clasificó a su escuadra para el encuentro más importante de los últimos cuatro años.
Por su parte, Alemania se quedó a las puertas del sueño al ser despertada por Italia cuando parecía que la contienda iba a decidirse en la fatídica tanda de lanzamientos de pena máxima. Corría el minuto 119 cuando Grosso, lateral izquierdo, recibió un balón en la banda derecha y conectó un impresionante lanzamiento que terminó en el fondo de las mallas. Poco después, Del Piero destiló la fantasía que le hicieron ser conocido como 'pinturicchio' y culminó un contragolpe colocando la pelota en la escuadra de la meta defendida por un desconsolado Lehmann. Un nudo de amargura se apoderó de la mayor parte del público presente en las gradas del estadio de Dortmund, de toda una nación orgullosa y obstinada como pocas. Pero esa es la grandeza de este deporte. Nunca se sabe lo que puede pasar y los teóricos favoritismos hay que demostrarlos dentro del terreno de juego.
El partido del año
El 9 de julio, las gradas del Olympiastadion de Berlín vistieron sus mejores galas para acoger la disputa del duelo más esperado. Brasil tendría sucesor como potencia hegemónica del balompié mundial en apenas dos horas y las espadas estaban en todo lo alto. Frente a frente, Italia y Francia. Frente a frente, las dos formaciones que más habían mejorado su nivel desde el inicio de la competición. El choque correspondió a las expectativas generadas. Hubo tensión, goles, polémicas, acciones brillantes, otras más sucias, pasión, sentimiento... En definitiva, estuvieron presentes todos los ingredientes que hace tan grande y hermoso a este deporte.
Dos nombres propios pasarán a la historia de la presente edición de la Copa del Mundo: Zidane y Materazzi. El primero, designado a posteriori como 'Mejor Jugador' del evento, puso fin a su carrera marcando desde el punto de penalti el tanto que puso por delante a su formación pero empañó su adiós con una expulsión fruto de esos momentos de 'pérdida de nervios' que han salpicado su exitosa trayectoria profesional. Por su parte, el zaguero italiano comenzó el compromiso cometiendo la pena máxima sobre Malouda que supuso el 1-0 momentáneo, cabeceó al fondo de las mallas en tanto del empate y provocó la expulsión de Zidane, un hecho que aún no se ha 'solucionado' y que sigue generando cruce de declaraciones y opiniones desde todos los estamentos que conforman la gran familia del fútbol.
Tras noventa minutos de partido y media hora de prórroga, el título se resolvería desde el punto fatídico. La historia decía que a Italia no se le daba muy bien este tipo de suerte ya que siempre había perdido cuando le había tocado resolver un compromiso desde los once metros. Pero las estadísticas están para romperlas. El fallo de Trezeguet y el posterior acierto de Grosso hicieron que la 'azzurra' sumase el cuarto Mundial de su historia después de los conquistados en 1934, 1938 y 1982.
Habrá que esperar cuatro años para volver a disfrutar de la Copa del Mundo. Por primera vez, esta cita se trasladará al Continente Africano y Sudáfrica se prepara para acoger de la mejor manera posible el 'Torneo de Torneos'. Aún queda mucho tiempo pero los aficionados vamos, de manera sigilosa para que no nos tilden de 'locos', descontando los días en nuestros calendarios.
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