Dest, McKennie y el baby boom de talentos estadounidenses

En 2014, la selección de Estados Unidos, entrenada por Jürgen Klinsmann, dejó una imagen impoluta en el Mundial de Brasil, pasando la fase de grupos y jugando un fútbol brillante, dejando fuera a Portugal, y cediendo en octavos de final ante uno de los cocos, Bélgica, que sólo pudo derrotarles en la prórroga.

El Mundial de 2018 en Rusia y la no participación de la selección de Estados Unidos por primera desde Italia 1990, un dato remarcable teniendo en cuenta la escasa cultura futbolística del país norteamericano, supuso un borrón y cuenta nueva a partir del cual han florecido numerosos talentos jóvenes que no han dudado en emigrar a Europa para continuar con su formación.

Alemania, país de una enorme historia y cultura futbolística, y que ya acogió en su tiempo a jugadores estadounidenses de la talla de Landon Donovan o Claudio Reyna, es el denominador común como lugar de destino de la mayoría de estos jóvenes talentos.

Christian Pulisic, pionero de esta joven generación y líder de la selección estadounidense con solo 22 años, fue el primero en cruzar el charco para firmar con 16 años por la cantera del Borussia Dortmund. Hoy, previo pago de 64 millones de euros, carga con el peso de llevar el 10 y ser el relevo de Hazard en el todopoderoso Chelsea.

Giovanni Reyna, de aún 17 años, es el último talento que se ha sacado de la chistera el Borussia Dortmund. Se trata de un mediocentro ofensivo muy fino y de una exquisita calidad técnica que se está convirtiendo esta temporada en uno de los fijos del esquema de Lucien Favre y que está encontrando en Haaland su gran aliado, conformando una pareja de ataque de lo más temida.

Weston Mckennie, formado en el Dallas FC, se marchó a una edad temprana al Schalke 04, donde se confirmó como un excelso pivote defensivo para acabar fichando este verano por la Juventus de Turín, un destino que reúne todos los alicientes para que McKennie se convierta en un jugador top en su posición.

Tyler Adams, del Redbull Leipzig, de infausto recuerdo para los seguidores del Atlético de Madrid, autor del gol que eliminó al equipo colchonero en la pasada edición de la Champions League y Josh Sargent, delantero del Werder Bremen de 20 años, son dos talentos más que persiguen su mejor versión en la Bundesliga.

Fuera de Alemania, el caso más sonado es el de Sergiño Dest. Nacido en Países Bajos pero de padre estadounidense, dio sus primeros pasos en el Almere City primero y en la más prolífica de las canteras holandesas después, el Ajax, para desembarcar en el Barça este verano a cambio de 23 millones de euros. Capaz de desenvolverse en ambos laterales y con buena capacidad defensiva, quizá le falte algo de desparpajo en ataque y en lectura de acciones en las que se deba incorporar, algo de lo que sin duda podrá aprender compartiendo vestuario con Jordi Alba.

El último de los casos de talentos estadounidenses es del de Timothy Weah. Hijo de un tal George Weah, se formó en el New York Redbull, algo que llamó la atención del PSG, donde tras jugar 6 partidos con el primer equipo se fue cedido al Celtic de Glasgow primero y traspasado al Lille después, donde, con solo 20 años, aún tiene un enorme margen de progresión.

Este grupo de jóvenes futbolistas apenas suman 20 años de media, por lo que esta hornada de jóvenes talentos está llamada a despertar esperanza entre los seguidores estadounidenses no sólo en Catar 2022, sino también y sobre todo en el Mundial que Estados Unidos y Canadá acogerán de forma conjunta en 2026, donde llegarán en su plenitud futbolística.