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Récords de audiencia, estadios llenos y subidón de calidad: el Mundial del cambio

David Orenes

Actualizado 23/08/2023 a las 12:10 GMT+2

El Mundial 2023 de Australia y Nueva Zelanda pasará a la historia por ser el de nuestra primera estrella, pero también por el crecimiento en todos los sentidos: audiencias, asistencia a los estadios, premios económicos, ingresos, igualdad y calidad futbolística, multiculturalidad...

Sam Kerr celebra su gol en el Australia-Inglaterra de semifinales del Mundia

Fuente de la imagen: Getty Images

Audiencias históricas

El partido en el que la Selección se proclamó campeona del mundo de fútbol femenino logró en España una audiencia media de 5,5 millones espectadores y una cuota de pantalla del 65,7 %, unas cifras que le convierten en el encuentro de fútbol femenino más visto y cone mayor cuota de la historia de España.
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España, campeona del mundo

Fuente de la imagen: Eurosport

En Inglaterra, la final del Mundial tuvo un pico de 12 millones de espectadores en la BBC, a lo que hay que sumar los casi cuatro millones de personas que lo siguieron a través de las plataformas online de la televisión británica. El evento fue el segundo más seguido en la cadena pública en lo que va de año tras la coronación del rey Carlos III y por delante de la final de Wimbledon entre Carlos Alcaraz y Novak Djokovic, que fue presenciada por más de 11 millones de televidentes. En total, según datos de la BBC, más de 21 millones de personas siguieron el Mundial de Australia y Nueva Zelanda.
La semifinal entre Las Matildas e Inglaterra se convirtió en el evento televisivo más visto en Australia desde que se tiene registro (2001), con una audiencia de 11,5 millones de personas según la cadena Channel Seven. Superó los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, la final del Open de Australia de 2005 con Hewitt o la final del Mundial de rugby de 2003 ante Inglaterra.

Récords de asistencia

En Australia y Nueva Zelanda se vendieron más de un millón y medio de entradas antes de comenzar. En total, se ha alcanzado una asistencia de 1.978.274 espectadores, una media de 30.911, batiendo el récord establecido en Francia 2019, cuando se alcanzó una asistencia de 1.131.312 espectadores.
El Australia Stadium, el recinto con mayor aforo con capacidad para 75.784, se llenó en el Australia-Irlanda del debut de las Maltidas, en el partido de octavos de final ante Dinamarca y en el de semifinales ante Francia, y en la final España-Inglaterra. Solo hay un partido en la historia de los Mundiales que supere a estos cuatro: la final Estados Unidos-China de 1999 en el Rose Bowl ante 90.185 aficionados.
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El Australia Stadium, lleno para el Australia-Inglaterra de semifinales

Fuente de la imagen: Getty Images

Ingresos y premios espectaculares

La Copa del Mundo ha generado más de 524 millones de euros en ingresos, alcanzando el punto de equilibrio. “No perdimos dinero y generamos el segundo ingreso más alto de cualquier deporte, además de la Copa Mundial masculina, a nivel mundial”, señaló Infantino.
Los premios a las selecciones han aumentado a 150 millones de dólares, una cifra diez veces mayor a la alcanzada en el Mundial de Canadá 2015 y que triplica el premio de Francia 2019. Con el triunfo de España, cada jugadora recibirá 250.000 euros, y la Federación española, cuatro millones.

Mayor calidad, mayor igualdad

Es innegable que el nivel medio ha subido de forma considerable. Selecciones como Jamaica y Marruecos lograron colarse en octavos de final al tiempo que una campeona del mundo (Alemania) y la vigente campeona de la Copa América (Brasil) se quedaban fuera en fase de grupos. Estados Unidos, cuyo peor resultado era un tercer puesto, se vio apeado en octavos de final. Australia, que apenas cierra el top-10 del ranking FIFA, llegó a semifinales. Colombia se metió en cuartos por primera vez en su historia e Islas Filipinas logró una victoria en su primera participación.
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Jamaica celebra su pase a octavos

Fuente de la imagen: Getty Images

Multiculturalidad e inclusión

Una poderosa imagen fue protagonista a partir de la segunda jornada de la fase de grupos. Nouhalia Benzina era titular con Marruecos y portaba en el césped un hiyab, algo prohibido en ediciones anteriores por FIFA al considerarlo "un riesgo para la salud" de las futbolistas. Esta vez a Benzina se le permitió portar el velo islámico y mantener así su tradición.
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Nouhaila Benzina and Najat Badri of Morocco celebrate advancing to the knock out stage of the Women’s World Cup after a 1-0 victory over Colombia at Perth Rectangular Stadium. (Photo by Paul Kane/Getty Images)

Fuente de la imagen: Getty Images

Además, al contrario que lo vivido en el Mundial de Qatar masculino, éste ha sido el Mundial de la libertad de expresión. De la conciliación familiar entre mujeres y sus hijas (con Irene Paredes e Ivana Andrés y sus respectivas familias, en nuestro caso), de visibilización de la homosexualidad sin prejuicios (como el beso viral de Alba Redondo con su pareja, o la australiana Sam Kerr con la estadounidense Kristie Mewis), y hasta de la participación de una jugadora que se autodeclara no binaria, la canadiense Quinn.
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Beso de Alba Redondo con su pareja, Cristina Monleón

Fuente de la imagen: Twitter

Relevo generacional

Acostumbrados a ver siempre a las mismas jugadoras triunfar en grandes torneos, esta vez el traspaso de poder es notorio. Vemos que las más veteranas, como Marta, Sinclair, Rapinoe o Morgan ha quedado en un segundo o tercer plano, al tiempo que figuras jóvenes han dado un paso adelante (Salma Paralluelo o Linda Caicedo). Esto solo puede explicarse por el buen trabajo realizado desde categorías inferiores en las selecciones y en los clubes: las nuevas generaciones llegan mejor preparadas y pisando fuerte.
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