Opinión | Serial 'Olímpicas doradas': Kristin Otto, la walkiria que vació la piscina

Fernando Gómez

Publicado 29/04/2024 a las 18:52 GMT+2

Al serial 'Olímpicas doradas' le llega el turno de la natación. La mayor exhibición en una sola cita la realizó Kristin Otto en Seúl 1988 con 6 oros en 6 pruebas. El periodista de Eurosport Fernando Gómez contextualiza la hazaña de la última gran nadadora de Alemania del Este.

Kristin Otto, who won the 100 meter butterfly event at the 1988 Olympic Games

Fuente de la imagen: Getty Images

Dedicamos la séptima entrega de 'Olímpicas doradas' a ocuparnos del único de los cuatro deportes que han estado presentes en todas las ediciones de los Juegos Olímpicos de Verano en el que no nos habíamos sumergido hasta el momento. Y el término es muy correcto porque hablamos de la natación. Antes de detenernos en nuestra protagonista pongamos una mirada con contexto. Los últimos Juegos que han cumplido el medio siglo desde su realización fueron los de Múnich 1972. En primer lugar, pasaron a la historia por el suceso extradeportivo que los marcó el 5 de septiembre: el asalto a la villa olímpica por el comando terrorista llamado Septiembre Negro, que secuestró y asesinos a 11 miembros de la delegación olímpica de Israel y a un policía. Y después de este lamentable hecho, que fue llevado al cine por el director estadounidense Steven Spielberg con la película 'Múnich' en 2005, el protagonismo deportivo recayó en el nadador también de Estados Unidos, Mark Spitz, quien fue capaz de ganar las siete pruebas en las que compitió en la piscina de 50 metros. Este registro no solo supuso un récord en su deporte, sino en la historia olímpica, al ser el primer deportista en hacerse con siete medallas de oro en una cita. Tuvieron que pasar 36 años hasta que el estadounidense Michael Phelps elevase el registro en Pekín 2008 hasta 8 preseas doradas. Acabó convirtiéndose en el deportista olímpico más condecorado de la historia, con 28 medallas. Entre estos espectaculares registros masculinos de Múnich 1972 y Pekín 2008, se produjo una exhibición femenina de dimensión similar y que también colocó a Kristin Otto en el olimpo del deporte femenino. Nacida el 7 de febrero de 1966 en Leipzig, entonces perteneciente a la República Democrática Alemana, en Seúl 1988 cumplió con 22 años los pronósticos y se convirtió con seis medallas doradas no solo en la reina de aquellos Juegos, sino también en la autora de la mayor cosecha lograda por una deportista femenina en una misma cita olímpica.
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Kristin Otto en los Juegos Olímpicos de 1988

Fuente de la imagen: Getty Images

Es cierto que, en la jerarquía olímpica de la natación femenina, Otto es superada por dos mujeres, aunque ninguna fue capaz de completar una exhibición tan espectacular como la de la germana oriental. De hecho, la primera de ellas, ambas son estadounidenses, Jenny Thompson, a pesar de ser la única que ha alcanzado la cifra de 8 medallas de oro, tiene dos peculiaridades que modulan sus logros. De una parte, que todas esas victorias llegaron siempre en pruebas de relevos, nunca en solitario. Y de otra que participó en cuatro citas olímpicas (de Barcelona 1992 a Atenas 2004) al prolongar su carrera hasta los 31 años, mientras que Kristin solo pudo hacerlo en la de 1988, pues fue víctima del boicot de los países del Este a los Juegos de Los Ángeles 1984 y puso fin a su carrera con las dos medallas de oro conquistados en los Campeonatos de Europa de 1989 en Bonn. La segunda nadadora olímpica con mejor palmarés es Katie Ledecky, cuyas 7 preseas doradas están repartidas entre tres Juegos distintos: los 800 metros en Londres 2012, cuatro más en Río de Janeiro 2016 y el doblete de Tokio 2020 en las distancias largas de 800 (ha sido campeona en tres ediciones seguidas) y de 1.500 metros. A sus 27 años, la de Washington sigue en activo y aspira a convertirse en la nadadora olímpica más grande en la que será también su cuarta cita en París 2024. Ledecky ha dominado con mano de hierro la distancia de 800 metros, de la que es plusmarquista mundial, sin sufrir ni una sola derrota desde 2010 hasta que en febrero fue vencida en una prueba regional en Florida por la canadiense de 17 años Summer McIntosh.
Regresamos a Kristin Otto. Como ya se ha comentado, tuvo que esperar a su penúltimo año en activo para debutar en unos Juegos Olímpicos por la imposibilidad debido a razones políticas de acudir a la ciudad que volverá a ser olímpica en 2028. Sin duda, hubiera sido una clara candidata para regresar a casa cargada de medallas, como demuestra el hecho de que ese mismo verano pulverizó en Magdeburgo el récord mundial de los 200 metros libres que tenía desde 1979 la estadounidense Cynthia Woodhead con 1:58,43. Otto fue la primera mujer en bajar en la distancia de 1 minuto y 58 segundos al fijarlo en 1:57, 75, cerca de 7 décimas más rápida.
Si la mayoría de las carreras de las nadadoras es corta, máxime en el caso de las velocistas, la alemana oriental tuvo el problema de pasar casi inactiva en 1.985. No empezó bien el ciclo olímpico ya que unos fuertes dolores en las vértebras cervicales le llevaron a cambiar la piscina por un collarín y a perderse la cita más importante del año, el Campeonato de Europa de Sofía. Siempre había tenido como referencia a la otra gran nadadora alemana del Este que la había precedido, la leyenda Kornelia Ender, que había sido tan regular como para hacerse con cuatro medallas de plata en Múnich 1972 y otras cuatro ya de oro en Montreal 1976. La posibilidad de superar o igualar sus registros parecía alejarse. Fue precisamente en Madrid en agosto de 1986 cuando todo dio un giro. En el Centro de Natación Mundial-86 Otto consiguió seis medallas, 4 de oro y 2 de plata y estableciendo otro récord mundial que llevaba firme desde 1980 a cargo de Barbara Krause. Se convirtió en la primera mujer que bajó de los 55 segundos en los 100 metros libres. Fue capaz de cubrir en las series los dos largos en 54 segundos y 73 centésimas. Y el camino hacia Seúl lo marcaba la otra gran cita, el Campeonato de Europa de 1987. En la ciudad francesa de Estrasburgo experimentó la sensación de desquitarse de una ausencia inevitable. Aquí lo hizo con respecto a la anterior competición continental que se había perdido en Bulgaria. Su colección fue un ensayo para lo que lograría el año siguiente respecto a su ausencia olímpica estadounidense de 1.984. Otto sumo cinco medallas de oro. Estaba ya con la mirada centrada en Corea del Sur.
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Kristin Otto en los Juegos Olímpicos de 1988

Fuente de la imagen: Getty Images

Habían pasado seis años largos desde que Kristin se presentó al mundo acuático con 16 años en el Mundial de Guayaquil, donde había ganado tres pruebas, dos de ellas en equipos, el 4 x 100 libres y el 4 x 100 estilos, pero la otra en solitario: los 100 metros espalda. En el inicio de su carrera se centraba en el estilo de espalda, pero fue después de la cita ecuatoriana cuando su nuevo entrenador, Stefan Hetzen, la convenció para especializarse en la velocidad, la decisión que marcaría toda su trayectoria profesional. Y así fue la mayor exhibición femenina deportiva en unos Juegos Olímpicos. La nadadora de pelo corto, media sonrisa y de 185 centímetros que movía sus 70 kilos de peso sin que se inmutaran las corcheras que delimitaban su calle sumaría una tras otra seis preseas de oro, cuatro de ellas en carreras individuales pertenecientes a tres estilos. Dominó en todos salvo la braza. La mayor resistencia en el más rápido de crol o libre la encontró en dos chinas para las que dejó el segundo puesto. Se impuso en el largo único en 25 segundos y 49 centésimas, al llegar 15 centésimas antes que Wenyi Yang. Como curiosidad, la compatriota de Otto, Katrin Meissner, compartió la tercera plaza en la final con la estadounidense Jill Sterkel. En los 100 metros Kristin fue la única que bajó de los 55 segundos, con 54.93. Supero en más de medio segundo, en 54 centésimas en concreto, a Yong Zhuang, quien retuvo la segunda plaza solo por 2 centésimas de segundos con la francesa Catherine Plewinski. En espalda y en mariposa la alemana del Este también dominó las distancias más cortas de los 100 metros respectivos. Y en ambas con también acompañada por una compatriota en el podio. En espalda dejó la emoción para la pelea por la medalla de plata, que acabó en manos de otra de las legendarias de este deporte, la entonces emergente Krisztina Egerszegi, que ya fue la vencedora en los 200 metros y en los 100 mejoró en solo una centésima a Cornelia Sirch (1:01.56 y 1:01.57 fueron sus tiempos). Otto tocó la pared de la piscina solo 89 centésimas por encima del minuto, es decir, su ventaja volvió a estar cerca de las 7 décimas. Por último, Kristin también dominó los 100 mariposa con 59 segundos exactos. La siguiente en llegar fue su compañera de equipo en el relevo del 4 x 100 estilos Birte Weigang, que cedió por 45 centésimas y se tuvo que conformar con la medalla de plata, igual que le ocurrió en los 200 mariposa. Otra china obtuvo medalla en esta carrera, Hong Quian. La hazaña se completó con los triunfos en los dos relevos femeninos que se disputaron: el de 4 x 100 libres y el de 4 x 100 estilos. En el primero estuvo acompañada en la totalidad de la competición por la citada Meissner, Daniela Hunger, Manuela Stellmach, Sabina Schulze y Heike Friedrich. Acabó en segundo lugar Países Bajos y en tercero Estados Unidos. Y en el segundo también compartió intereses con Meissner y Stellmach. Completaron el equipo de 6 nadadoras para escoger 4 por cada prueba, las antes citadas Weigang y Sirch junto con Silke Hörner. Fue otro triunfo claro con más de cuatro segundos de renta sobre las estadounidenses que esta vez acabaron segundas por delante de sus vecinas canadienses. Después de tanta espera por fin le llegó la gloria olímpica.
Con Kristin Otto se cerró una etapa de la natación en la que tras la reunificación de Alemania fueron otros países los que comenzaron a dominar este deporte en su versión femenina, con el paso al protagonismo de grandes potencias como Estados Unidos, Australia o China. Kristin fue la última walkiria, la que cerró para siempre una época. El término se empezó a utilizar para referirse a las invencibles nadadoras de la República Democrática Alemana, entre las que se incluían además de Otto y las mencionadas Ender y Krause también Ulrike Richter o Rica Reinisch. Sobre todas ellas cayeron acusaciones de haberse beneficiado de las técnicas de dopaje que llevaron a cabo las autoridades deportivas de su país. Otto era la mejor y apareció en las listas. Nunca se pudo demostrar nada respecto a ella, que declaró que si había sido utilizada como cobaya para experimentos habría sido sin su consentimiento y que todo lo que tenía que decir lo habló en el agua, donde los éxitos llegaron como consecuencia de "muchísimos años de duro trabajo". La caída del muro de Berlín y el anuncio de su retirada estuvieron separados solo por nueve días de aquel noviembre de 1989. El histórico acontecimiento fue el día 9 y su adiós el 18. A partir de ahí la vida de Otto estuvo dedicada a obtener la licenciatura de Periodismo en Leipzig, con la que regresó a las piscinas para ejercer la profesión y ser analista de su deporte y de otros. También presentó programas de televisión.
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