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Copa del mundo de rugby, Inglaterra-Sudáfrica: Como soñó Mandela (12-32)

Fermín de la Calle

Actualizado 02/11/2019 a las 12:38 GMT+1

Los springboks pusieron ruedas a los ingleses en las melés y jugaron en los espacios con un rugby poderoso y mestizo que hace realidad el sueño de Madiba. Un capitán negro, un equipo mestizo y un rugby deslumbrante ¡aniquiló a los ingleses.

La joie de Siya Kolisi et des Sud-Africains, champions du monde de rugby 2019.

Fuente de la imagen: Getty Images

Esperando a que el seleccionador inglés, Eddie Jones, se sacase otro conejo de la chistera como ante Nueva Zelanda, resultó que fue Rassie Erasmus quien dejó a su rival con la boca abierta. Los bokkes mostraron su superioridad en las fases estáticas (arrasaron en melé y complicaron en la touch), pero se marcharon a jugar a la espalda. Lanzaban a sus delanteros contra la línea defensiva inglesa, pero De Klerk jugaba con las segundas cortinas: Kolbe, Le Roux, Mapimpi...
Esa sorpresa les puso por delante 0-3 a los sudafricanos ante una Inglaterra que tardó veinte minutos en pisar la 22 bokke. Con la melé sometiendo a los ingleses, no había noticias de los Kamikaze Kids. El set-piece (las fases estáticas), pilar sobre el que el que los ingleses llevan siglos armando su juego, era dominado por los sudafricanos. Empató Farrell, pero inmediatamente volvió Pollard a poner a los suyos por delante.
Sudáfrica llevó el partido a campo inglés, y no tuvo problema en cometer golpes allí. Pero esa territorialidad hacía que cada golpe inglés se lo cobrasen los bokkes en puntos. En media hora, Inglaterra había ganado 45 metros con la pelota en la mano. Erasmus había dejado helada a Inglaterra. El partido estaba teñido de verde y oro, el marcador señalaba al descanso un 12-6 más significativo que decisivo.'No scrum, no win', dice el axioma. Y eso estaba ocurriendo. Desde su superioridad en la melé, Sudáfrica sometía a la defensa inglesa, para sorprendentemente luego proponer un juego dinámico y abierto. Justo el juego que no esperaba la pizarra de Inglaterra.
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Los delanteros bokkes masacraron a los ingleses.

Fuente de la imagen: Eurosport

La segunda parte comenzó de la misma manera. Sudáfrica ponía ruedas a la melé inglesa y devoraba en los puntos de encuentro a sus portadores. Golpe tras golpe. Inglaterra se desangraba en cada melé. Un preocupante 15-6 obligaba a tomar decisiones estructurales a Jones que veía como el partido se le marchaba porque su equipo se derrumbaba en las melés. En el minuto 50 los de la Rosa lograron ganar una melé que Farrell se cobró 15-9, ya sin Ford en el campo. Seguidamente Curry lograba aparecer por primera vez en el partido forzando un retenido. Los Kamikazes también se apuntaban a la media hora final.
Los delanteros intercambiaron golpes (12-18) cuando el partido entró en la fase decisiva. Se tensaban las jugadas, se afilaban las defensas. Estaba en juego la corona mundial y los jugadores ponían toda la carne en el asador. Y entonces Sudáfrica sacó a la abierta una jugada que probablemente no habría alejado en otro partido. Am sirvió a Mapimpi, que tiró un sombrero con el pie y el bote les favoreció. Lo recogió Am y lo sirvió a su espalda para que Mapimpi posará el único ensayo de la final. Un jugador negro, como soñó Mandela, daba el título a Sudáfrica. Kolbe puso el colofón con un ensayo deslumbrante que terminó de sellar el título para el rugby mestizo de los bokkes (12-32). Como soñó Mandela .
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