Open de Australia 2020, Federer-Djokovic (semifinales): Maneras de ser leyenda (6-7 (1), 4-6 y 3-6)

Roger Federer. Hubo cierto halo de misterio hasta última hora a causa de las molestias físicas que lo vienen torturando. Finalmente, Federer no se marchó sin presentar batalla ante Novak Djokovic -nunca se ha retirado en 1 512 partidos, nobleza obliga-. Su primer set fue soberbio y dejó puntos para la videoteca, pero no fue suficiente ante la voracidad de Djokovic, que despertó a tiempo para evitar males mayores.

Novak Djokovic. Tiene muy claro su objetivo en el mundo del tenis y no va a parar hasta acortar del todo la brecha que lo separa de Federer y Rafael Nadal (16 Grand Slams contra 20 y 19, respectivamente). Eso hace que el serbio no atienda a quién tiene al otro lado de la pista, sino a estar al 100 % físicamente y poner la directa rumbo a todos los títulos posibles. Su falta de atención inicial la aprovechó Federer, pero encarriló el partido a tiempo para sellar su presencia en una nueva final en la Rod Laver, donde ya levantó siete trofeos.

Pocas veces se había presentado tan decantado de antemano un duelo entre Novak Djokovic y Roger Federer. Los 38 años del suizo, unido a molestias físicas acumuladas durante los dos últimos maratones que tuvo que afrontar contra John Millman y Tennys Sandgren situaban al número 3 del mundo como claro candidato a abandonar el torneo en semifinales, estación final ante un Djokovic que lo supera en ranking, en sensaciones sobre la pista y en menor número de minutos antes de este duelo.

Todo eso no fue óbice para que Federer siguiera alimentando su leyenda desde la adversidad. Djokovic pareció hacer caso a los cantos de sirena que anunciaban su abrumadora superioridad, y fue cazado a contrapié por el helvético. Empezó defendiendo su saque con dificultad, lo que ayudó a que Djokovic se confiara, y apareció entonces el poderío de Federer en toda su magnitud con un passing shot imposible para el 99 % de los tenistas que quebró el servicio de Djokovic.

Respondió el de Belgrado, tan sorprendido como herido en su orgullo, con un contrabreak, pero Federer siguió pisando el acelerador, consciente de que su depósito no le permitía un maratón, pero sí un set de alta escuela. Avanzó así el Expreso de Basilea hasta el 5-2, y entonces Djokovic dijo basta. Había quedado patente que la Rod Laver, donde siempre se ha considerado local, jaleaba con la misma o mayor intensidad los puntos de Federer, posicionando de nuevo su batalla por el cariño del público como su gran talón de Aquiles.

Nole empezó a remar y remar hasta llevar el set al tie-break. Federer intentaba seguir llevando el timón del partido, buscando mover y desesperar a Djokovic, pero esta vez supo ser paciente y fue él quien obligó a Federer a fallar puntos en teoría sencillos. Terminó la primera manga y Federer se marchó a vestuarios tras pedir asistencia médica, castigado por la espalda y el cuello. Era el principio del final, pero Federer ya había regalado a los paladares más exigentes una semifinal preciosa, sin importar la forma en la que se desarrollase el resto del partido.

Los 62 minutos de la primera manga dejaron paso a los 41 de la segunda, en la que Federer intentó aguantar el tirón. El set avanzó sin roturas hasta que Djokovic metió la quinta marcha con 4-5 para romper justo a tiempo de llevarse el set y, ahora sí, poner tierra de por medio. Sobró posiblemente su celebración desmesurada ante el suizo, que recibió una severa mirada de reprobación por el campeón de 20 majors. El final del partido ya era cuestión de tiempo, y sólo faltaba saber si Federer volvería a ceder otro servicio o si Djokovic se vería sometido a la tensión extra de otro tie-break. Fue con rotura para 2-4 cuando el serbio sentenció para seguir aumentando su propia leyenda, tan admirable como distinta a la que encarna Roger Federer.