Blog Murciego: Alcaraz, el campeón sencillo

La vitrina del español sigue multiplicando sus trofeos, lo que no cambia es su actitud, la frescura con la que afronta la competición y esa naturalidad tan sana del adolescente que todavía no es consciente de lo que representa. Familia y entorno, claves para la formación del campeón sencillo.

Carlos Alcaraz en el Mutua Madrid Open

Fuente de la imagen: Getty Images

El pasado domingo salí de la última rueda de prensa del Mutua Madrid Open 2023 encantado de lo que vi, sobre todo de lo que escuché. Carlos Alcaraz nos presentaba su segunda conquista consecutiva en la Caja Mágica, en la mismas fechas que la última vez, en la misma sala y –nombre arriba, nombre abajo– delante de las mismas caras. Lo único que cambiaba era el diseño del trofeo, aunque esto es otro tema. Su rostro mostraba cansancio, normal después de encadenar tres semanas sin parar de ganar partidos, pero bastaron unos segundos para recuperar rápidamente esa sonrisa tan característica del murciano, esa frescura tan contagiosa que ha puesto el circuito patas arriba. Su discurso y sus formas siguen siendo las de un chaval de 20 años, aunque en las portadas le vendamos como un extraterrestre que ha venido para dominarlos a todos. “Solo soy un chico normal”, advierte cada vez que le preguntan por su gran talento, confirmando que la multiplicación de su éxito jamás cambiará su carácter sencillo y familiar. En ese contraste es donde nace todo.
Nacido en El Palmar en la primavera de 2003, Carlos Alcaraz nació pocas semanas antes de que Juan Carlos Ferrero levantara el mayor título de su carrera en Roland Garros. El destino ha querido que ahora sea su entrenador, pero no el típico entrenador que se acerca al árbol a recoger el fruto, sino el entrenador que intuye una gran cosecha cuando el tronco apenas empieza a tener ramas. Tras cinco temporadas juntos, desde los 15 años de Alcaraz hasta los 20 recién cumplidos, podemos decir que los objetivos están más que cumplidos. “Ojo, que todavía no has empatado con nadie”, le suele tirar el valenciano en esos días posteriores a un gran éxito, subrayándole la importancia de mantener los pies en el suelo y no creerse por encima de nadie. Por supuesto que Carlitos ha crecido muchísimo en lo tenístico, por no hablar de su explosión física, pero a estas alturas es fundamental no perder la cabeza ante ese caramelo tan dulce llamado ‘fama’. Un ejercicio de humildad que viene de mucho más atrás y que tiene el origen en su núcleo familiar.
Carlos Alcaraz y Virginia Garfia, a ellos le debemos todo. Muchos quizá no les sitúen en la ecuación porque no son los típicos padres que buscan ocupar el centro del huracán. De hecho, no les encontrarán en el box de su hijo, ni siquiera cerca de ese palco, ellos tuvieron claro desde el primer momento en que empezó a girar la rueda cuál sería su papel: el de padres. Y eso que Carlos fue jugador, dirige su propia Academia y conoce a su hijo mejor que nadie, pero entendió que los roles debían repartirse así por el bien de Carlitos. El pasado domingo, tras vencer a Struff en tres mangas, tuve el placer de coincidir con ellos en la celebración sobre la Pista Manolo Santana, un encuentro que me ayudó a comprender los valores que circulan por las venas y arterias de toda la familia. “Mañana viajamos a París a la ceremonia de los Laureus, ya veremos, Rybakina lo hizo muy bien el año pasado”, comentaba dudoso el papá, sin dar por hecho que sería su hijo quien levantara ese galardón 24 horas más tarde. Virginia, algo cohibida ante varios medios de comunicación, se encargó de romper el hielo y ponerle coloretes al que escribe: “Hola Fernando, me encantan tus reportajes, te leo mucho”. Esa noche el ego del periodista se fue bien cenado a la cama, pero lo más valioso fue conocer a los dos seres humanos que han depositado toda esa naturalidad y sencillez en su hijo. Con ellos empezó todo y con ellos ha llegado a la cima. Como en cada gran cosecha, el secreto del fruto está en la raíz.
Conociendo a su equipo y conociendo a su familia, la tranquilidad con Carlos Alcaraz es máxima. Lo llevamos diciendo varios años, pero el entorno a estas edades es fundamental para que el jugador nunca pierda esa inocencia de cuna. “Me gusta que me llamen Carlitos”, reconoce con encanto cada vez que le preguntan, sonriente cada vez que lo escucha en cualquiera de sus sesiones de entrenamiento. No se imaginan la impresión que provoca ver la Pista 14 de la Caja Mágica totalmente abarrotada mientras cae un sol de justicia a las 16:30 de la tarde. Las dos gradas completas, el pasillo de arriba a reventar. ¿Y en la pista? Nadie. Esto es lo que despierta el murciano, que una simple práctica se convierta en todo un acontecimiento de masas, donde la gente ocupa su butaca minutos antes de que empiece el espectáculo. Desde fuera se ve todo fantástico, pero hay que ponerse en su piel y saber de los peligros que puede traer tanto foco mediático. Claro, que siendo modesto todo se lleva mejor.
Alcaraz reúne todos los ingredientes necesarios para cumplir su sueño: ser uno de los mejores jugadores de la historia. Y no estoy hablando de pegarle muy fuerte a la derecha, hacer dejadas como nadie o ser determinante en momentos de presión. Detrás de todo lo deportivo, el equipo humano que rodea al campeón es exquisito. Si hablas con sus entrenadores, entiendes por qué está donde está. Si tratas con su familia, entiendes por qué es como es. Si le ves entrenar, entiendes por qué gana lo que gane. El camino tendrá momentos críticos, ya sea por lesiones, agotamiento o alguna decepción inesperada, pero la base del proyecto es tan sólida que nada hará temblar los cimientos de la casa.
Ganar en Barcelona es muy difícil. Ganar en Madrid es muy difícil. Ganar ambos torneos es súper difícil. Ganarlos en el mismo año es algo gigantesco y repetir la hazaña supone algo monstruoso. Todo eso está muy bien, es lo que saldrá en su ficha cuando se retire, pero no es lo fundamental. Ver su amabilidad con cada persona, la complicidad con los miembros de su equipo o el cariño que muestra por su familia es lo que de verdad le hará prolongar este éxito durante muchos años. Por eso le quiere todo el mundo, porque al verle a través de la pantalla no ven al futuro dominador del tenis mundial, lo que ven es a Carlitos. Un campeón tan sencillo como inimitable.
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Alcaraz, premiado como mejor deportista revelación en los Laureus 2022

Autor del vídeo: Eurosport

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