Wimbledon 2016, Federer-Cilic: La revancha de los cañones (6-7, 4-6, 6-3, 7-6 y 6-3)

Roger Federer. Quería revancha tras la eliminación sufrida en las semifinales del US Open 2014 y le costó horrores entrar en calor y meterse en el partido. En una batalla en la que ceder el servicio es un castigo casi definitivo, Federer se vio contra las cuerdas en varias ocasiones. Cilic lo detectó y mostró que lo sucedido en Nueva York no fue casualidad, pero no contaba con hacer frente al orgullo herido del Expreso de Basilea, que mostró su versión más guerrera.

Marin Cilic. El croata posee un perfil bajo en lo mediático dentro del circuito ATP, pero en las segundas mitades de cada temporada siempre muestra un gran nivel que lo mantiene entre los mejores tenistas del mundo. Cilic articula un juego muy sólido en torno a su poderoso saque, a lo que suma una mentalidad a prueba de bombas que le ha permitido demostrar ante Roger Federer en sus dos últimos cruces que no es una perita en dulce ni mucho menos. Se espera que en el próximo US Open vuelva a brillar.

Lo advirtió Roger Federer desde el momento en el que supo que Marin Cilic sería su rival. No sólo quería la revancha, también asumió que el nivel aumentaba notablemente respecto a sus últimos enfrentamientos en Wimbledon, una ruta sedosa que apenas le sirvió para coger minutos de competición, no necesariamente exigentes. Cilic, por su parte, apuntó que se encontraba en un buen momento de forma, pero su clasificación por abandono de Kei Nishikori disfrazó notablemente la amenaza que suponía.

Cuando ambos se cruzaron sobre la pista el intercambio de raquetazos de fuego se vio desde el primer juego. Perder el revés estaba prohibido, y la guerra de nervios tenía a la pista central enmudecida, disfrutando de dos jugadores que no hacen ascos a la contundencia; uno como arma natural y el otro gracias a una adaptación permanente al tenis actual. El tie-break del primer set fue una consecuencia lógica del juego y ahí se soltó aún más Marin Cilic, que demostró que ni el rival ni el escenario le iban a afectar psicológicamente. Ya en el segundo, Federer mordió la manzana prohibida: cedió su saque, y Cilic también se llevó el set aplicando la lógica de su bombardeo permanente.

Con el siete veces campeón contra las cuerdas, toda la emoción quedó concentrada en el tercer set, en el que Federer estuvo contra las cuerdas cuando, con 3-3, permitió tres puntos de break a Cilic. Resurgió entonces el heptacampeón, salvando la situación, llevándose su juego y rompiéndole el saque al croata en el siguiente para terminar de asegurarse el set y volver a la vida en el torneo. La afición se rindió entonces a la magia de Federer, hasta ese momento oculta en la central. Ya en la cuarta manga, ninguno de los dos quiso dar su brazo a torcer, por lo que se llegó al mejor tie break del torneo, jugado de poder a poder. Federer dispuso de tres bolas de set y Cilic de dos para sentenciar el partido, pero finalmente fue el suizo el que se llevó la muerte súbita por 11-9.

Al último set llegó Federer con mayor entereza, mientras que el peso de los dos sets que dejó escapar se empezaban a notar en el rostro y en los golpes que enviaba Cilic desde el otro lado de la red. Esta inercia le permitió al suizo romperle el saque a su rival para ponerse con 5-3, lo que dejó al croata sin margen para reaccionar, sellando el 6-3 definitivo y su pase a semifinales tras una batalla memorable. Federer volvió a brillar como en los viejos tiempos en los que era el amo y señor de Wimbledon y de la ATP.

Marin Cilic es un jugador que hace lucir más los torneos del Grand Slam con su presencia. El croata no pertenece a la cúspide de la élite, pero sí permanece en ella de forma regular gracias a sus tremendas condiciones físicas y un saque demoledor. Con tenistas como el de Medjugorje, los primeros espada del circuito no pueden relajarse lo más mínimo, como comprobó Federer. La parte alta del cuadro se ha convertido en la de la alternativa, y tanto Raonic como Federer tendrán mucho que decir en una semifinal apasionante.