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El post del postpartido, Real Madrid-PSG: Por Su Grandeza (PSG)

Iván Castelló

Actualizado 14/02/2018 a las 23:04 GMT+1

El Paris Saint-Germain de la chequera con fondos paseó por el Bernabéu su excelencia, pero sin apuntillar a un Real Madrid justo de recursos tras un primer tiempo valiente y con un esprint final digno del bicampeón que hay en su interior. Total, increíble 3-1 final que puso al PSG en su sitio de eterno aspirante. Su bucle, su pesadilla, su impotencia, su complejo de inferioridad.

Alphonse Areola face à Cristiano Ronaldo (14 février Real Madrid - PSG)

Fuente de la imagen: Getty Images

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El 3-1 alienta la leyenda de la invencibilidad blanca en Europa, pues el Madrid aguantó el anunciado apocalipsis con sus jinetes del excelso PSG, reducido a casi nada con el 3-1. Un golpe de realismo del que aún podrá levantarse, sí, en la vuelta del martes de 6 de marzo en el Parque de los Príncipes, pero que ahora parece quimérico.
Un primer tiempo francamente reivindicativo de los de Zidane dio paso, en cambio, a una superioridad parisina en la segunda parte que no anunciaba el desenlace final, más bien lo contrario. Luego estuvo el árbitro. Rocchi pareció Siffredi, que lo suyo fue pornográfico, superado por la trascendencia del duelo, por la intensidad de los combatientes sobre el césped. Por ello, sus errores fueron tipo lotería, ora sí, ora no, amarilla esto, pero no lo otro.
Y en las áreas sufrió, porque pitó el agarrón de Lo Celso a Kroos como penalti, pero se inhibió con el brazo derecho de Ramos que evitó el 1-2. Quizás el viejo ‘caserismo’ imperante en la muy política Champions.
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Adrien Rabiot (PSG).

Fuente de la imagen: Getty Images

Lo flipó Neymar con su amarilla, cosido al principio a patadas, pero se refirmó como lo que es, uno de los mejores. Era tomar el control del balón y temblar el misterio, la confirmación de un futbolista superlativo por mucho efecto secundario que cause.
Bale por Benzema y Meunier por Cavani, cambios muy Zidane y muy Emery, el primero rectificando su once inicial para mejorar, el segundo alargando su leyenda de amarrete, significaron la segunda parte. Asensio y Lucas, por Isco y Casemiro, fue la postrera firma de autor de Zizou para lavarse la cara del baño del segundo tiempo. Porque el PSG recuperó el mando, mejor dicho, se lo quitó al Madrid hasta que la casta, el coraje, la calidad, lo que sea que siempre tiene el Madrid, le dio una renta insospechada sobre la bocina.
Pero el Madrid es mucho Madrid, un valor eterno, y le dio para ganar bien. Asensio combinó lo que hizo falta con Cristiano y la debilidad de Areola en los dos últimos goles hizo el resto. El 3-1 fue un asombro, un vuelco para reafirmar la tendencia: al fútbol juegan once contra once y siempre gana el Madrid.
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