Roland Garros 2016: Las semifinales femeninas, otra desilusión en cuanto a asistencia

La imagen de Roland Garros 2016 ha vuelto a ser golpeada durante las semifinales del cuadro femenino. Los partidos de Serena Williams-Kiki Bertens y Garbiñe Muguruza-Samantha Stosur fueron programados a la misma hora (13:00) en la Philippe Chatrier y la Suzanne Lenglen. Durante los partidos del jueves se vio que la asistencia en la Lenglen, la segunda mayor del complejo tenístico situado en el barrio parisino de Boulogne-Billancourt era alarmantemente baja, algo sorprendente teniendo en cuenta que allí se enfrentaron Dominic Thiem y David Goffin, dos de los grandes animadores del circuito ATP, lo que llevó a la organización a bajar considerablemente los precios en esta pista.

Mientras en la central, que tenía programada la semifinal entre la menor de las Williams y la sorprendente Bertens, el precio mínimo era de 140 euros por toda la sesión (también estaba incluida la semifinal masculina entre Andy Murray y Stan Wawrinka), en la Suzanne Lenglen el precio mínimo bajaba hasta los diez euros. Teniendo en cuenta que en esta pista debían jugar sus partidos la hispanovenezolana Muguruza y Novak Djokovic, el número uno del mundo, la previsión de lleno era más plausible.

Comenzaron los partidos y el escenario fue el mismo de días anteriores, una muy escasa presencia de aficionados en las dos pistas. El frío, el horario (coincide con la hora del almuerzo en Francia en un día laboral) y la posibilidad de lluvia, siempre latente en París durante la última semana, desanimaron a muchísima gente, dejando muchos huecos en las gradas. La particular situación que atraviesa la ciudad de París, con una huelga ferroviaria que dificulta mucho el transporte por la ciudad por otros medios de transporte, tampoco ayudó a mejorar la situación.

El periodista estadounidense Tom Perrotta, corresponsal de The Wall Street Journal, publicó en sus redes sociales que algunos espectadores estaban teniendo incluso problemas para conseguir las entradas, lo que apuntaba directamente a fallos de coordinación por parte de la organización del torneo. En la actual edición de Roland Garros parece que los inconvenientes nunca son suficientes.